lunes, 7 de septiembre de 2020

Platón jugaba con un grupo de niños


Platón jugaba con un grupo de niños, entre los que se encontraban filósofos, poetas y políticos, entonces dijo:

 —Juguemos a la Polis: me pido ser filósofo-poeta-gobernante y dios...

—Platón —le replicó el poeta—, no puedes ser todo tú solo.

—¡Mentiras!—respondió airado. De ahora en adelante ya no se vale ser poeta; haga el favor de largarse.

—Deberías reconsiderarlo—, dijo el pequeño sofista...

—A mí no me venga con sus enredos: de ahora en adelante, usted ya no es más filósofo en este juego.

—Creo que todos aquí estamos de acuerdo en que la tuya es una forma algo tiránica de gobernar.

—No —respondió Platón. No, porque yo soy Platón... Ahora, háganme el favor de irse que voy a escribirme unos poemas...

—Es algo contradictorio...

—Ya le dije, Gorgias, que usted no es filósofo.

Y en realidad se puso a escribir poemas, poemas verdaderamente hermosos, el muy real hijo de su polis.

jueves, 3 de septiembre de 2020

Prevención de desastres (2004)

En la eventualidad de ser el amante, el amigo o el pariente de alguno de aquellos desconsiderados que se complacen en formar tormentas en vasos de agua, será siempre conveniente que usted adopte las siguientes medidas:

1. Revístase de sensatez.

La experiencia de estos últimos miles de años ha confirmado la sobrada eficacia de las comparaciones como sólido material de revestimiento para armaduras que deben repeler tormentas en vasos de agua. Sírvase, preferiblemente, de aquellas comparaciones que traen a cuento a los niños que a diario mueren de hambre en este mundo perverso, o quizá de esas otras de los lisiados que prosperan pese a todo. 

2. Provéase del alimento necesario en atención a la supervivencia de su práctica y acertada cosmovisión durante el período de la embestida prejuiciosa y un poco más. De igual manera, un pañuelo podrá resultarle de enorme utilidad, dada la circunstancia de que su allegado incurra en la exudación de gruesas gotas de sudor y sangre, puesto de rodillas en su inexplicable Getsemaní.

3. Desatada ya la furia de la tormenta, alójese en alegres recuerdos infantiles o en canciones que lo transporten al momento en que su primer amor aún no se volvía enteramente en su contra.

4. Busque un pasatiempo adecuado para llenar el rato desdichado, como leer o traducir las obras de Proust.

Pero, antes que nada, evite que usted mismo llegue a morir ahogado o electrocutado por los salvajes desbordamientos y deslumbrantes descargas atmosféricas que pudieran sobrevenir a razón de la tormenta que su semejante ha desencadenado. Si se fija usted bien, pronto se percatará de que se trata solamente de un vaso inofensivo, que contiene un poco de agua. En la mayoría de los casos, el agua suele ser muy saludable e inofensiva.

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