jueves, 24 de diciembre de 2020

Yo televidente en los 80 -series animadas- # 10 Las tortugas ninja: divertirse sin lógica es lógico (final de esta serie)

¿Cómo veíamos las series de televisión en nuestra infancia? ¿Qué era lo que veían nuestros ojos de niños en las series y de qué manera lo organizábamos dentro de nuestra comprensión de entonces? 

Más que un profundo análisis anacrónico, estas entradas son un intento de reconstrucción de lo que veía en las series de televisión de los ochenta mi yo de cinco, seis, siete, ocho, nueve y diez años. Esta serie de textos tiene la intención de invitar a quienes, como yo, pasaron muchas de sus horas frente al televisor a que hagan sus propias reconstrucciones y nos compartan un poco de esas experiencias. Exploremos algo de lo que ocurrió en la conformación de nuestra consciencia.



# 10 LAS TORTUGAS NINJA: DIVERTIRSE SIN LÓGICA ES LÓGICO

FINAL DE LA SERIE

 Leonardo, Donatello, Rafael y Miguel Ángel no son pintores renacentistas. A mis nueve años estos cuatro son ¡Las tortugas ninja! Sí, sabía de da Vinci y la Monalisa, pero nunca pensé: “Hmmm... este Leonardo es una referencia a…!”. ¡Bah, eso no hace falta!




En inglés se puede construir una adjetivación interminable (teenage mutant ninja turtles); en español suena raro cuando el anunciador dice: “Las ninja tortugas adolescentes mutantes”, así que se quedaron como Las tortugas ninja.

A mis nueve años, Leonardo, Donatello, Rafael y Miguel Ángel eran —tocó chicanear— algunos de los muñecos de la docena que tenía, todos personajes de Las tortugas ninja. No sé a la fecha por qué nunca tuve un juguete de Splinter. 

A mis nueve años, jamás se me ocurrió que, sin la libertad que dan los dibujos animados, cualquier test en que alguien se atreviera a asociar Renacimiento + tortuga + ninja + pizza podría arrojar un inapelable diagnóstico de psicosis o de consumo de cierto tipo de drogas (lo último es algo trillado, lo sé, siempre hay alguien que dice: “¡Huy, esos manes debieron estar retrabados cuando se inventaron eso!”; en todo caso, por favor, eviten fritarse, digan no a las drogas). Lo cierto es que yo aceptaba ese universo; no me preocupaba por el origen, la “explicación”, el asunto del “mutágeno”.

El único álbum que he llenado en mi vida es el de Las tortugas ninja. Era un poco burdo en términos de papel y de diseño ¡pero lo llené! Por ese no daban premio. Traía imágenes de la serie animada y de las películas. Las películas, que vinieron un poco después, son bastante chandositas, pero las disfruté.

Tomado de: Arqueología de marca (Facebook)

Comencemos ya con la serie, por el principio, por el intro. El que a esa edad no se emocionara con ese intro, definitivamente no le corría sangre por las venas. No recuerdo ni cómo lo cantaba (aprendí el inglés que sé tiempo después), pero lo cantaba; recuerdo que lo remataba así: “♪♫Jiros inajashe ¡TURUPAU! ♪♫” (Heroes in a half-shell / turtle power!). 

En el intro presentan a cada personaje; a los nueve años no entiendo un carajo de lo que dicen, pero las imágenes hablan por sí mismas, dan una sinopsis de cada uno:

♪♫Leonardo Leads♪♫

Leonardo señala resueltamente con su espada hacia dónde debe ir el equipo (sí, es una katana, fruto del más excelso arte japonés, pero a mis nueve años a todas las llamo espadas, y ya).

♪♫Donatello does machines♪♫

Donatello hace una demostración de manejo de su arma, el palo (era un palo), y luego está operando una máquina de su invención.

♪♫Raphael is cool but rude♪♫

Rafael hace girar los sais (el nombre de esta arma lo aprendí por la serie, pero a la katana le decía espada y punto) con vertiginosa maestría, estrella una pizza contra la “cámara”.

♪♫Michelangelo is a party dude♪♫

Miguel Ángel hace la demostración de sus chacos, giros de breakdance, con un fondo de globos y serpentinas.

Splinter… ¡Me acaba de llegar esta imagen! Splinter es un ser humano primero, lo toca una neblina ¡y se transforma agónicamente en rata gigante! ¿Esto pasa en el intro  o estoy creando una falsa memoria?


De la trama de la serie, con excepción del origen, no recuerdo mucho y no me preocupaba mucho. Que Abril O'Neil era una periodista, que combatían crímenes, que... ¡Esto se trataba de ver pelea! Patada voladora y el robot que explota, como en el videojuego. Desperdicié horas y horas de mi vida en ese videojuego, que trataba exactamente de nada: mi reto personal era destruir robots con la menor cantidad de golpes. Creo que no llegué a terminarlo. El caso es que la serie era para mí algo como esto: las tortugas ninja luchan, hacen que Destructor, acompañado de Rocoso y Bibop, se dé a la retirada, comen pizza y dan el grito de victoria: ¡Kaguabunga!

Ah, vivían en las alcantarillas. Pero ¡vaya que era todo un loft esa alcantarilla! Ya quisiera uno vivir en una “alcantarilla” así ¡y sin pagar arriendo!

Destructor convocaba a su tropa, me gustaba la voz de mando: “¡Rocoso, Bibop!”. “¡Sí, jefecito!”, respondía Rocoso, y me hacía mucha gracia. Bibop gruñía. Destructor era astuto, adulaba a Krank, fingía obedecerle y luego, en complicidad con el espectador, renegaba entre dientes de la patrona. Era un rebelde, ahora que lo pienso.

Krank es un especie de cerebro alienígena que se vale de un robot humanoide grandote para maniobrar; para dirigirlo se instala en un compartimento en el abdomen de este robot totalmente inexpresivo, con algo que transmite la sensación de cadáver. Krank me resultaba perturbador(a). En mi percepción, no sé bien por qué, Krank era un personaje femenino. Vivía en el Tecnódromo, una nave esférica que proyectaba una antena que remataba en un ojo. ¡Hasta la nave producía escalofríos! La voz de Krank, su carácter extremadamente manipulador, su aspecto; en fin, todo, hacía de este un personaje detestable. Una que otra vez los guionistas de la serie me hicieron el favor de sacar a Krank del robot y dejarlo desvalido(a), una masa amorfa, repulsiva, que reptaba impedida y que cobardemente pedía clemencia.

Este tiempo en que veía la serie coincidió con que cuatro de los rapaces de la cuadra (éramos como unos doce en total) nos comenzamos a juntar más y a abrir un poco a los demás. ¿A qué jugábamos? A Las Tortugas ninja. ¿Quién era yo? Yo era Leonardo. La espada me resultaba la mejor arma, pero quizá mi motivación inconsciente de entonces era  que quería ser el líder. Tal vez exista en Internet un test de personalidad basado en la identificación con alguna de las tortugas ninja u otros personajes de la serie; si existiera un test semejante lo tomaría.

A esta edad me cuesta sacar en claro las razones, pero Las tortugas ninja fue mi serie favorita del final de esta década: los animados, boletosos y escabrosos años ochenta en Colombia.

Para finalizar, les comparto esta curiosa sincronía: precisamente hoy, cuando escribo esto, una prima me ha brindado una pizza (es su modo de rebusque en la pandemia desde hace unos días). Voy a poner el intro de Las tortugas ninja mientras empiezo a comerla.

¿Qué fue lo que más los cautivó de Las tortugas ninja en su momento? ¿Qué personaje eran ustedes? ¿Qué juguetes tuvieron (al que diga que tuvo el Tortu-móvil se le va es cascando por pasarse de chicanero)? ¿Comparten una representación fonetizada de cómo cantaban la canción del intro? ¿Llenaron el álbum?

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