Miren que es guapo y no siempre barbón.
A veces, los xenófobos griegos de la antigüedad me caen bien.
Un día a Hélade llegó un hermoso extranjero —"bárbaro" que decían entonces—, y a los helenos habló así:
—Os traigo orgías, vino, teatro y ritos demoníacos que involucran machos cabríos y la ingesta de carne sanguinolenta para invocar las potencias infernales y así someteros al poder de EL Señor de la...
—¡¿Dijiste orgías, vino y alucinógenos?!...
Y, a partir de entonces, el extranjero dejó de serlo, se convirtió en hijo de los dioses locales, en el dios local a quien llamarían: Dioniso o Baco.
Lectura recomendada: El nacimiento de la tragedia, de Nietzsche
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