Steve Jobs (es decir, su manifestación en el plano etéreo tras haber dejado esta realidad tridimesional sin sentido, en donde las personas que amamos o apreciamos con frecuencia resultan ser un fraude) recibe un llamado para presentarse ante el Ser Supremo. Se presenta. Ingresa en una cámara hecha de cálida luz inmaculada, de pureza inconcebible. Siente, sin embargo, que al lugar le falta, sí, un toque de elegancia y sofisticación. No puede ver una forma en concreto, pero escucha una voz, a la vez dulce y terrible, que le ofrece la posibilidad de volver a encarnar en el espacio-tiempo y en su misma forma: la de Steve Jobs. ¡Retomar su negocio!
Sin embargo, antes debe pasar una prueba: la voz le solicita que cree algo innovador...
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