Más que un profundo análisis anacrónico, estas entradas son un intento de reconstrucción de lo que veía en las series de televisión de los ochenta mi yo de cinco, seis, siete, ocho, nueve y diez años. Esta serie de textos tiene la intención de invitar a quienes, como yo, pasaron muchas de sus horas frente al televisor a que hagan sus propias reconstrucciones y nos compartan un poco de esas experiencias. Exploremos algo de lo que ocurrió en la conformación de nuestra consciencia.
Nunca vi Mazinger Z o, si lo vi, no me quedó registrado porque estaba aún muy pequeño. Cuando comencé a ver televisión, y a generar memorias (alienantes), parece ser que ya no emitían la serie.
Un día de esos de mi infancia (5-6 años) vi en la casa de un primo algo mayor un robot de juguete que arrojaba los puños; me gustó, pero me hacía ruido no poder identificarlo con ninguno de los que conocía... Y, definitivamente, ese no era mi robot. Comenté que ese no era mi robot, intentaba ver al mío en ese juguete, pero no, no lo era (no era tan maravilloso), así que le pregunté: "¿Cuál es este robot?". Entonces me respondió, con tono sobrador, como si fuera algo que todo niño de cinco años debía saber, como si se tratara de una falta del orden de ignorar las vocales a esa edad: "¡Pues Mazinger Z!". Creo que agregó alguna insinuación de que su robot era mejor que el mío y, tal vez, discutimos algo sobre el particular.
Pasó el tiempo y, en una de esas conversaciones con contemporáneos, salió el tema de las series de la infancia; al llegar al capítulo de mechas (robots), todos mencionaban a Mazinger Z como el culmen de este tipo de series. Yo era joven entonces y, probablemente por debilidad gregaria, asentí al unísono con la vil masa idólatra para no quedar como el marginal que se había perdido de tan incomparable experiencia.
Sin embargo, en el fondo me dolió traicionar a mi robot, así que invité a los informados panelistas a hablar de otras series mecha: mazingers zetas aparte, oh, sí, sin duda el mejor, inigualable, ¿no recordaban de pronto a este otro robot tan interesante (el mío)?... Nadie lo recordaba. ¡Nadie! De hecho, cuando intenté refrescarles la memoria y les conté sobre el delirante mecanismo que, por así decirlo, "activaba" al robot, mi robot, me miraron con cierta perplejidad y hasta con cierta condescendencia ("¡Ese Andrew con las que sale"), como si yo me lo estuviera inventando. En vista de que obtuve resultados similares cuando hice la prueba con algún otro grupo, desistí de indagar entre mis contemporáneos sobre sus memorias acerca de mi robot. ¡Pues quédense con su granhijuep… grandioso Mazinger Z! Mazinger Z no es mi robot.
pdta. una escena en especial se me quedó grabada, porque fue como si los realizadores hubieran cumplido mi deseo de niño. En la transición de humano a cabeza de robot, el personaje pasaba por varias fases intermedias; en una de ellas quedaba de tamaño humano, pero con el cuerpo (por los nanobots activos) "metálico" (en realidad un estado intermedio de la materia, algo indefinido). Alguna vez pensé: "¿Qué pasaría si el personaje peleara así, no como robot completo y gigante, sino con el poder que adquiere en esa fase de su transición? ¿Qué pasaría si no pudiera completar la transformación?". Pues he aquí que en un capítulo, por alguna razón, el protagonista no puede terminar la transformación y tiene que pelear precisamente en esa fase de "semirrobot" con tamaño humano...