martes, 28 de julio de 2020

Yo televidente en los 80 - Series animadas - # 1 Mazinger Z no es mi robot (mecha)

Preliminar

¿Cómo veíamos las series de televisión en nuestra infancia? ¿Qué era lo que veían nuestros ojos de niños en las series y de qué manera lo organizábamos dentro de nuestra comprensión de entonces? 

Más que un profundo análisis anacrónico, estas entradas son un intento de reconstrucción de lo que veía en las series de televisión de los ochenta mi yo de cinco, seis, siete, ocho, nueve y diez años. Esta serie de textos tiene la intención de invitar a quienes, como yo, pasaron muchas de sus horas frente al televisor a que hagan sus propias reconstrucciones y nos compartan un poco de esas experiencias. Exploremos algo de lo que ocurrió en la conformación de nuestra consciencia.


Bueno, se convertía en cabeza y cuello, como se muestra en el centro de la imagen.


# 1 MAZINGER Z NO ES MI ROBOT (MECHA)

Nunca vi Mazinger Z o, si lo vi, no me quedó registrado porque estaba aún muy pequeño. Cuando comencé a ver televisión, y a generar memorias (alienantes), parece ser que ya no emitían la serie.

Un día de esos de mi infancia (5-6 años) vi en la casa de un primo algo mayor un robot de juguete que arrojaba los puños; me gustó, pero me hacía ruido no poder identificarlo con ninguno de los que conocía... Y, definitivamente, ese no era mi robot. Comenté que ese no era mi robot, intentaba ver al mío en ese juguete, pero no, no lo era (no era tan maravilloso), así que le pregunté: "¿Cuál es este robot?". Entonces me respondió, con tono sobrador, como si fuera algo que todo niño de cinco años debía saber, como si se tratara de una falta del orden de ignorar las vocales a esa edad: "¡Pues Mazinger Z!". Creo que agregó alguna insinuación de que su robot era mejor que el mío y, tal vez, discutimos algo sobre el particular.

Pasó el tiempo y, en una de esas conversaciones con contemporáneos, salió el tema de las series de la infancia; al llegar al capítulo de mechas (robots), todos mencionaban a Mazinger Z como el culmen de este tipo de series. Yo era joven entonces y, probablemente por debilidad gregaria, asentí al unísono con la vil masa idólatra para no quedar como el marginal que se había perdido de tan incomparable experiencia.

Sin embargo, en el fondo me dolió traicionar a mi robot, así que invité a los informados panelistas a hablar de otras series mecha: mazingers zetas aparte, oh, sí, sin duda el mejor, inigualable, ¿no recordaban de pronto a este otro robot tan interesante (el mío)?... Nadie lo recordaba. ¡Nadie! De hecho, cuando intenté refrescarles la memoria y les conté sobre el delirante mecanismo que, por así decirlo, "activaba" al robot, mi robot, me miraron con cierta perplejidad y hasta con cierta condescendencia ("¡Ese Andrew con las que sale"), como si yo me lo estuviera inventando. En vista de que obtuve resultados similares cuando hice la prueba con algún otro grupo, desistí de indagar entre mis contemporáneos sobre sus memorias acerca de mi robot. ¡Pues quédense con su granhijuep… grandioso Mazinger Z! Mazinger Z no es mi robot.

Aclaración: nada en contra de Mazinger Z, tengan en cuenta, por favor, que esto es una reconstrucción de lo que veía mi yo de los ochenta.

¿Cuál es entonces mi robot? Mi robot se llamaba "El vengador". La trama de la serie ni la recuerdo, solo que involucraba un padre muerto. Pero vamos a lo importante: El vengador no era exactamente un robot, sino algo así como un "ser humano mejorado" (enhaced human being), que hacía sinergia con unos guantes cibernéticos. Cuando el humano, con los guantes puestos (tal vez eran parte de su cuerpo intervenido), juntaba los nudillos y lanzaba el grito de batalla "¡Vengador a mí!" comenzaba una alucinante transición de ser humano a cabeza de robot (¡sí, se transformaba solamente en la cabeza!); ya transformado en cabeza de robot gigante, las demás partes del cuerpo eran llamadas y venían a ensamblarse... La cortinilla de la serie: ♪♫El vengador, que se transforma en un robot. El vengador tiene poderes sinigual...♪♫

¿Alguien (sin guglear, yutubiar o internetear) recuerda a El vengador? ¿Alguien recuerda a mi robot?... ¡Bah, creo que nadie, excepto yo, lo recuerda!

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pdta. una escena en especial se me quedó grabada, porque fue como si los realizadores hubieran cumplido mi deseo de niño. En la transición de humano a cabeza de robot, el personaje pasaba por varias fases intermedias; en una de ellas quedaba de tamaño humano, pero con el cuerpo (por los nanobots activos) "metálico" (en realidad un estado intermedio de la materia, algo indefinido). Alguna vez pensé: "¿Qué pasaría si el personaje peleara así, no como robot completo y gigante, sino con el poder que adquiere en esa fase de su transición? ¿Qué pasaría si no pudiera completar la transformación?". Pues he aquí que en un capítulo, por alguna razón, el protagonista no puede terminar la transformación y tiene que pelear precisamente en esa fase de "semirrobot" con tamaño humano... 

Fue como si los realizadores hubieran hecho esa escena para mí. Fueron solo unos segundos, pero fue algo absolutamente fascinante.

Un taller de lectura y escritura con... Rocky Balboa




Nota: los talleres de lectura y escritura que comparto aquí han sido ejecutados (por mí) con grupos de la población a la que se dirigen; es decir, son una síntesis de mi experiencia, comparto mi experiencia en este campo, en el que llevo trabajando cerca de ocho años. 

Un taller, dirigido a niños de secundaria (siguen siendo niños), a partir de esta conmovedora escena en que Rocky Balboa reprende amorosamente a su hijo nos puede servir para explorar, al menos, campos semánticos y pragmática. Lo demás lo aporta la orientación que quiera darle el docente: oratoria, puesta en escena, ingenio, etc.

Esta sería la secuencia a seguir:

  • Pida a los estudiantes que formen grupos
  • Proyecte el video con la escena
  • Entregue a cada grupo una copia de la transcripción (¡vaya, resulta que es un texto literario!)
Esta es una posible transcripción en español. Me tomé la molestia de hacerla yo mismo, porque en otros lados se consigue, pero con puntuación y ortografía atroces, sin indicaciones escénicas o notas aclaratorias de algunas expresiones gringas a las que no están acostumbrados los estudiantes en estos colegios "bilingües", o bien notas que den contexto a la escena (en la plataforma de videos no cortan esta escena muy bien que digamos).
 

Tomado de la película Rocky Balboa (también conocida como Rocky VI)

 

Rocky Balboa: No vas a creer esto, pero tú cabías aquí [se señala la palma de su mano].

 

Te levantaba para decirle a tu madre: "Este va a ser el mejor niño del mundo. Este niño va a ser alguien mejor que cualquiera que haya conocido". Y creciste bien y maravilloso. Era genial solo verte, cada día era como un privilegio.

 

Entonces llegó el momento de que fueras hombre y enfrentaras el mundo, y lo hiciste. Pero en algún momento cambiaste. ¡Dejaste de ser quien eres! Dejaste que la gente te señalara y te dijera que no sirves. Y cuando las cosas se pusieron difíciles, comenzaste a buscar a quien culpar; por ejemplo, ahora culpas a una “gran sombra” [se refiere a que el hijo le dijo antes que tenía que vivir bajo la sombra del padre, que fue famoso en su momento].

 

Te diré algo que ya sabes. El mundo no es sol y arcoiris. Es un lugar muy malo y desagradable; no importa lo rudo que seas, te golpeará hasta ponerte de rodillas y te mantendrá así si se lo permites…

 

Ni tú ni yo ni nadie golpea tan duro como la vida. Pero no se trata de lo fuerte que golpees; se trata de cuántos golpes puede recibir y seguir adelante. Cuanto puedes soportar, y seguir adelante. ¡Así es como se gana!

 

Ahora, si sabes lo que mereces, ve a conseguirlo. ¡Pero tienes que estar dispuesto a recibir los golpes, y a no señalar diciendo que no estás donde quieres estar por culpa de él o de ella o de nadie! ¡Los cobardes hacen eso, y tú no eres así! ¡Eres algo mejor que eso!... Siempre te amaré sin importar nada. No importa lo que pase. Eres mi hijo y eres mi sangre. Eres lo mejor en mi vida… Pero hasta que comiences a creer en ti mismo, no tendrás una vida… No olvides visitar a tu madre [la madre está muerta].


  • Haga preguntas que lleven a los estudiantes a darse cuenta de que Rocky es un boxeador y habla como boxeador; más aun: Rocky ve la vida en términos de boxeo, como lo indican los distintos subrayados en la transcripción. Para que este punto quede completamente claro, formule esta pregunta, escuche y comente cada respuesta de los participantes: si Rocky fuera médico, ¿qué términos usaría en lugar de "golpear", "recibir los golpes", "ganar", etc.?
  • Asigne a cada grupo una profesión u oficio que no sea boxeador: youtuber, zapatero, ciclista, costurero, bombero, etc.  
  • Los participantes deberán reescribir el discurso de Rocky (seguirán la misma estructura), de manera que quede adecuado a los términos y expresiones propias de la profesión que se les ha asignado. En otras palabras, deberán poner este discurso en boca de una padre, que reprende amorosamente a su hijo, que lo invita a hacerse cargo de su vida, pero que se dedica a una profesión distinta de la de boxeador.
  • Finalmente, en parejas (uno representa al padre/madre, otro al hijo/hija), harán una puesta en escena del resultado.

Se agradece enormemente que den el crédito a este blog cuando hagan este taller.

También se agradece difusión del blog ;)

lunes, 27 de julio de 2020

Exegénesis de "La rana que quería ser una rana auténtica", de Augusto Monterroso

Exegénesis es un modo de dar a conocer, principalmente por escrito, nuestras interpretaciones de los textos (exégesis) con el propósito de que generen (génesis) otras interpretaciones. 



Ya lo sé: en todos los ejercicios de comprensión de lectura aparece algo de Monterroso; digamos que lo han "quemado" bastante, que se lo han "caspiado" (estos son colombianismos muy chéveres -otro colombianismo-, que me encantan; pido a la audiencia internacional que busque su significado en google e integre cuanto antes estos fecundos términos). 

Me imagino a algunos redactores de los ya (casi) extintos textos escolares en su conciliábulo:

- Eso pongamos este de Monterroso, que se lee rápido y hasta fácil de leer será.

¿Fácil? Agradable de leer, sí. La verdad es que ya nadie parece tener tiempo, y estos textos que se leen en dos minutos nos vienen bien... A veces... Tal vez no deberíamos exigir que todos los escritores del planeta escriban telegráficamente. (En uno de mis poemas pregunto: "¿Quién puede esperar ahora?" https://www.buscalibre.com.co/libro-en-la-tierra-de-los-vivientes-verbum-poesia/9788490740927/p/46466920

Veamos, pues, si podemos "descaspiarlo" un poco en esta exegénesis; aquí el texto:



El título

En algunos talleres de escritura se dice que es un pecado repetir una palabra en el título. ¡Se ve a las claras que eso le importó muchísimo a Monterroso!

¿Por qué ese "rana-rana" en el título? 

- El novato Augusto Monterroso, ¡haga el favor de abandonar YA este eximio taller de escritura!

Monterroso se va (el autor no importa, en serio), pero... el texto se defiende, porque un texto se tiene que defender, solito, ¿o no?

Habla el microrrelato: la repetición de una palabra en mi título tiene una razón de ser, grandioso señor del taller profesional de escritura.  Me explico: la rana de la que hablo carece de identidad.

El título se podría leer así: "La rana que quería ser una rana...". ¿Se entiende? La rana de la que hablo aún no es, siquiera, una rana, no es ella misma. 

Aquí en voz baja: al final incluso dice que "parecía Pollo". 🤫

El señor y dueño de la fórmula para escribir le pide al microrrelato de la rana que muestre evidencias de su rebuscado argumento para justificar falla tan alarmante en la asignación de un título. "Me parece a mí -agrega- que es usted quien carece de identidad: se dice un texto literario, pero, a juzgar por su deficiente título, dista mucho de serlo, jovencito".

Recurrencias que van conformando un sentido

El microrrelato responde así al desafío: Señor y dueño de la fórmula para escribir, pido a Vmd. que busque en mi interior cuántas palabras se refieren a "los demás"; esas palabras no están ahí porque sí. He sido diseñado, tejido con esmero; eso lo notará si me vuelve a leer.

Y hasta aquí queda esta exegénesis.  

domingo, 26 de julio de 2020

Exegénesis de Ciudad de cristal, de Paul Auster

Exegénesis es un modo de dar a conocer, principalmente por escrito, nuestras interpretaciones de los textos (exégesis) con el propósito de que generen (génesis) otras interpretaciones. 


Es común que en una novela de un escritor de esmerado oficio, como lo es Paul Auster, el primer párrafo contenga ya el germen de lo que se desplegará en la obra. Así, en el primer párrafo de Ciudad de cristal encontramos condensados y cifrados algunos de sus temas principales:

Identidad
Azar
Papel del lector

Veamos:

Todo empezó por un número equivocado, el teléfono sonó tres veces en mitad de la noche y la voz al otro lado preguntó por alguien que no era él. Mucho más tarde, cuando pudo pensar en las cosas que le sucedieron, llegaría a la conclusión de que nada era real excepto el azar. Pero eso fue mucho más tarde. Al principio, no había más que el suceso y sus consecuencias. Si hubiera podido ser diferente o si todo estaba predeterminado desde que la primera palabra salió de la boca del desconocido, no es la cuestión. La cuestión es la historia misma, y si significa algo o no significa nada no es la historia quien ha de decirlo.

Sin riesgo de adelantar mucho, puede decirse que el protagonista se debate permanentemente en una crisis de identidad. ¿Qué dice este primer párrafo al respecto? Se lee: "...alguien que no era él". ¿Tendrá alguna relación con este tema la primera línea de la novela, en donde se habla de "un número equivocado"? ¿Es el "número equivocado" algún tipo de metáfora que atraviesa la obra?

En cuanto al azar, tema recurrente en la novela, no es necesario decir mucho, pues se afirma, sin dudas de por medio, que (para el protagonista) "nada era real excepto el azar". Al avanzar en la lectura veremos que esto se va confirmando. ¿Cómo?...

Finalmente: ¿qué papel se le confiere al lector en este párrafo?
Se afirma hacia el final del párrafo que la historia (la narración que se va a leer) es lo que importa y que esa historia no va a revelar por sí misma su significado, en caso de que lo tenga. Si la narración no revelará su propio significado, ¿qué nos dice esto sobre el lector? El lector es llamado a ser, en principio, quien dé sentido a la narración, quien deberá organizarla e interpretarla. 

Dejo estas preguntas para que se tengan en cuenta, según se avance en su lectura:

¿Cómo se relaciona la crisis de identidad del protagonista con la ciudad (Nueva York) en donde tienen lugar los "hechos"?

La novela muestra un proceso que podríamos llamar "disolución del yo". ¿Cómo se ve representada en diferentes puntos de la narración la disolución del yo, y con qué otros elementos se asocia? 

Este sería un ejemplo de esta disolución del yo, que se relaciona con la noción del paso del tiempo:

El discurso había terminado. Quinn no sabía cuánto había durado. Porque sólo entonces, después de que las palabras cesaran, se dio cuenta de que estaban sentados en la oscuridad. Al parecer había transcurrido todo un día. En algún momento durante el monólogo de Stillman el sol se había puesto en la habitación, pero Quinn no había sido consciente de ello.  

Más adelante puede venir otra entrada relacionada con esta emocionante novela de Auster (que forma parte de Trilogía de Nueva York, etc., etc. Eso se encuentra en google sin problema). 

sábado, 25 de julio de 2020

Exegénesis de En el bosque, de Anthony Browne

Exegénesis es un modo de dar a conocer, principalmente por escrito, nuestras interpretaciones de los textos (exégesis) con el propósito de que generen (génesis) otras interpretaciones. 



Un libro -esto ya lo sabemos- se puede leer de muchas maneras. En el caso particular de este libro-álbum se podría hacer una lectura que solamente tuviera en cuenta las imágenes; una que solo considerara los intertextos (hay cantidades) o, quizá, una que se concentrara en el conflicto emocional que se desarrolla a lo largo de la obra. 


En esta oportunidad optaremos por lo siguiente: simularemos que estamos ante una audiencia infantil (niños y niñas de 7-10 años) y que queremos llevarlos a explorar un poco más a fondo el modo en que este libro-álbum nos presenta el conflicto emocional de los personajes. Para conseguirlo haremos algo simple: presentamos las imágenes (leemos en voz alta los textos que las acompañan) y hacemos a nuestra audiencia algunas preguntas. Comencemos:





El libro comienza con una noche en que se escucha un "ruido espantoso". Sin embargo, al día siguiente hay un gran silencio, nadie habla nada acerca de la noche anterior, ni una palabra. ¿Es posible que el "ruido espantoso" haya sido algo distinto de un trueno? En tal caso, ¿cuál pudo ser el ruido?


¿Qué estado emocional apreciamos en el niño y en la mamá? ¿Por qué la madre no mira a su hijo? ¿Qué acaban de desayunar? ¿Qué tiene que ver la comida que se muestra con el estado emocional de los personajes?


¿Qué tienen en común, en cuanto a su ubicación, las notas que dicen "Papá, ¡regresa!"? 

Las notas están dirigidas al papá, evidentemente; pero, si el protagonista nos ha contado ya que "papá no estaba", ¿se dirigen estas notas a alguien más?

Hasta aquí es suficiente exegénesis. Continúe Ud. leyendo y extraiga más preguntas que hagan que nuestros pequeños lectores pongan en primer plano el conflicto emocional que se desarrolla en el libro. 

Por cierto, ¿cuál cree Ud. que es el tema de este libro?


Exegénesis de Carta de Epicuro a Meneceo

Exegénesis es un modo de dar a conocer, principalmente por escrito, nuestras interpretaciones de los textos (exégesis) con el propósito de que generen (génesis) otras interpretaciones. 




En esta carta, Epicuro compara la filosofía con la búsqueda de la felicidad, lo que nos deja ver que no busca “explicar el mundo", sino que su finalidad es alcanzar un estado de plenitud.

Para Epicuro “con la felicidad se tiene todo” y habría que cuidar de las cosas que producen felicidad. Es una afirmación que deja así de escueta en el texto.

De acuerdo con Epicuro, no se debe atribuir a los dioses ninguna cualidad distinta de la inmortalidad y la bienaventuranza. En apoyo de esta admonición, aduce, indirectamente, que se aprecia con alguna frecuencia que quien da otros atributos a los dioses suele caer en desgracia. 

En cuanto a la muerte, el filósofo señala que esta no puede ser algo malo, puesto que es nuestra sensibilidad lo que determina que algo sea bueno o malo. Si se sigue este razonamiento, ¿llegamos necesariamente a que la muerte tampoco puede ser considerada como algo bueno?

La idea de que “la muerte en nada nos pertenece” contiene mucho más de lo que uno se figura a primera vista, pues implicaría que únicamente podemos experimentar la vida.

Luego de tratar de la muerte ataca duramente unos versos en que se afirma que, mejor que nacer, es nunca haber nacido y que, una vez nacido, lo mejor que puede ocurrirnos es que perezcamos. Epicuro recrimina al autor del poema que no se haya suicidado, dado que se muestra tan convencido de su verdad. Todo indica que lo estaría tildando, implícitamente, de incongruente, ¿o no? Aquí, es evidente, pasa por alto que el poema dice claramente que es mejor morir apenas se ha nacido, cuando (se infiere) aún no se ha generado apego por la vida.

Epicuro afirma también que “lo futuro ni es nuestro ni tampoco deja de serlo absolutamente”. Esto implica que acepta el concepto de “futuro” que, a mi modo de ver, es filosóficamente insostenible y, a la vez, irrebatible.

Para Epicuro, finalmente, la reflexión es lo que nos guía para elegir y rechazar las cosas que nos conducen o alejan del fin de “vivir felizmente”.

Me pregunto: ¿será en realidad la reflexión lo que nos conducen hacia una “vida feliz”?


Aquí el enlace para que puedan leer el texto completo de Carta a Meneceo: http://cita.es/filosofar/hedonismo/?fbclid=IwAR0lx56RsfH7lEZFZNw1Ddap1LSI28HVOO-wijd0dX9EqPnZ-l9MPwDx8CA

Exegénesis de Cómo me hice monja, de César Aira

Exegénesis es un modo de dar a conocer, principalmente por escrito, nuestras interpretaciones de los textos (exégesis) con el propósito de que generen (génesis) otras interpretaciones. 


Esta exegénesis se concentra en el primer párrafo de la novela de Aira, que dice así:

Mi historia, la historia de "cómo me hice monja" comenzó muy temprano en mi vida; yo acababa de cumplir seis años. El comienzo está marcado con un recuerdo vívido, que puedo reconstruir en su menor detalle. Antes de eso no hay nada: después, todo siguió haciendo un solo recuerdo vívido, continuo e ininterrumpido, incluidos los lapsos de sueño, hasta que tomé los hábitos.

El/la narrador (a)* comienza por darnos una visión de la memoria como algo compartimentado: puede recordar a partir de los seis años; antes de eso no hay nada. 

¿Qué nos dice sobre el recuerdo?

Que todo se hace recuerdo, recuerdo vívido, a partir de un punto. En otras palabras, es como si el recuerdo "absorbiera" todo.

Hay otra particularidad de este recuerdo: carece de solución de continuidad y, lo más extraordinario, incluye los sueños.

El/la narrador (a) afirma, por tanto, tener una memoria más que prodigiosa, una que registra simultáneamente tanto la vigilia como el sueño. Al ser de esta manera, ¿cómo podríamos hacer una distinción entre lo que vivió en la vigilia y lo que experimentó en los sueños? El/la narrador (a) no nos da una sola pista; simplemente nos deja advertidos. 

Al poner entre comillas "cómo me hice monja" nos adelanta que el valor semántico del enunciado no es el que podemos creer inicialmente; tal vez (y no digo más para no arruinar la lectura) ese "hacerse monja" está extremadamente codificado conforme a la subjetividad del narrador. De hecho, ese "hasta que tomé los hábitos" definitivamente tiene otro valor, que no se relaciona con "integrarse permanentemente a una comunidad religiosa". 

¿Qué significa entonces "hasta qué tomé los hábitos"? Simplemente dejo la invitación a descifrarlo, pues es así como mis exégesis buscan que el lector genere la suyas: exegénesis.


* Uso esta fórmula debido que el narrador alterna su identidad, a veces es "el niño", otras veces "la niña"; incluso se llama a sí misma (o) "Santa César del helado de fresa".

Exegénesis de “Infancia (I)”, de Arthur Rimbaud

Exegénesis es un modo de dar a conocer, principalmente por escrito, nuestras interpretaciones de los textos (exégesis) con el propósito de que generen (génesis) otras interpretaciones. 






Parece que aquí se siguen, aunque no de manera gradual, imágenes de una vasta libertad que a veces se presenta limitada de algún modo. Por ejemplo, en la tercera estrofa se habla de "madres", de hermanas “mayores” y de “atuendos tiránicos”. Todo esto viene a exaltarse en la última línea:

“¡Qué hastío la hora del ‘querido cuerpo’ y del ‘querido corazón’”.

En esta última línea se hace referencia a la llegada del momento en que finalizaría lo que hay que despreocupado, libre e incluso salvaje en la infancia, para dar paso a un egoísmo consciente y, en consecuencia, a una gran limitación.

Solamente hasta el último verso ocurre que quien habla en el poema menciona el hastío y, además, algo que podría llamarse una “consciencia individual”; antes de esto, pareciera que hablara un “espíritu” desatado (“sin padres ni corte”), que transita por lugares abiertos y vivamente coloridos.


Yo televidente en los 90 - Series animadas - # 1 Los Simpsons: dibujitos que no son para niños



Preliminar

El tiempo. La percepción del tiempo. Nuestra percepción del tiempo varía con el paso del tiempo mismo. Me atrevo a afirmar que, en la percepción de mis contemporáneos, median algo así como unos ¿quince años? entre la década del 90 y este presente; ni qué decir de la primera década del milenio: una persona nacida en el 2002 —por poner una fecha— ha de tener ahora unos ¿seis años? Quizá esto solamente me pase a mí, aunque haya memes que respalden estas conjeturas temerarias. 












Como sea, dada la proximidad en el tiempo, en esta temporada dedicada a las series animadas de los años 90 evitaré entrar en detalles de la trama, descripciones de los personajes, etc.; en su lugar, optaré por la concisión y trataré, casi de forma exclusiva, de lo que estos programas de televisión significaron para mí en su momento, qué le revelaron al preadolescente y al adolescente de entonces, qué idearios, ilusiones o patrones de conducta alcanzaron a implantar en su mente en formación.

# 1 LOS SIMPSONS: DIBUJITOS QUE NO SON PARA NIÑOS

Cuando terminé de ver el primer capítulo de Los Simpsons descubrí (a mis 11 años) que había dibujitos que no eran para niños; en consecuencia, descubrí que este era el tipo de serie que quería ver en adelante, porque yo, que comenzaba el bachillerato, ya no era un niño.

Me pareció la inigualable obra de un genio y me sentí más inteligente porque la entendía (eso creía). Hay quienes nunca dejaron de experimentar esto último, pero de eso no tiene la culpa la serie.

¿Qué significó para ustedes la serie en ese momento (repito, en ese momento)?

Invito a compartir alguna frase o diálogo de la serie que se les haya quedado grabada, pero que no sea del material excesivamente trillado. Ofrezco esta muestra:

Sr. Burns: …tengo riqueza y poder más allá de los sueños de su clase trabajadora; sin embargo, llevo una vida solitaria.

El loco que se creía Michael Jackson: Michael Jackson puede ser una estrella que está grabando un disco en Los Angeles, o puede ser alguien que está aquí, deseoso de componer contigo una canción de cumpleaños para tu hermana.

Bueno, está bien, compartamos una de las trilladas, ya que se hizo mención de la celebridad:

Homero: ¡Marge, creo que odio a Michael Jackson!... No, pensándolo bien, no lo odio: es buen cantante y es noble.

Exegénesis de “Soneto 1” de La Urna, de Enrique Banchs

Exegénesis es un modo de dar a conocer, principalmente por escrito, nuestras interpretaciones de los textos (exégesis) con el propósito de que generen (génesis) otras interpretaciones. 






La urna, de Enrique Banchs fue publicada originalmente en 1911

(La urna, de Enrique Banchs, poeta argentino, fue publicada originalmente en 1911) 

En este soneto se enumeran eventos que al tener lugar dejan, la mayoría de ellos, de manera efímera pero verificable, un rastro en el mundo. Estos eventos y su manifestación son confrontados, tácitamente, con el amor de quien habla en el poema, de lo que resulta que aquel, a diferencia de los primeros, es un evento que no se manifiesta, que permanece oculto.

Además de la anterior, los eventos mencionados tienen un efecto sobre algo o sobre alguien. Es así como, al ser contrastado con estos eventos, el amor de quien habla (un amor que “vive sin hacer señas ni hacer ruido”) es calificado como algo “estéril y escondido”.

Hay aquí, pues, una concepción del amor que nos es reveladapor vía negativa; es decir, si quien habla en el poema considera que su amor es “estéril” debido a que “vive sin hacer señas ni hacer ruido”, lo hace porque considera que un amor “fértil” debería manifestarse y causar un efecto en algo o en alguien.

Sin embargo, es preciso señalar que, pese a que considera estéril su amor oculto, no por esto considera que este no sea, finalmente, amor. De esta manera, podría decirse entonces que quien habla considera que su amor sería fértil si: despertara a los cálices, avivara la llama de un hogar, consiguiera que alguien se detuviera ante su canto, trazara su estela en el firmamento, produjera un eco, dejara una huella y llamara al Recuerdo (esta palabra está en mayúscula en el soneto).

En este soneto, por tanto, no hay una descalificación del “amor escondido”, sino que se despliega una concepción ideal del amor, que se encuentra muy distante del amor que, en el momento, experimenta quien habla en el poema. Es, pues, la enorme diferencia que hay entre el amor ideal, fértil y manifiesto, y el amor vivido, estéril y escondido, lo que da a este poema su tono añorante y melancólico.
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