sábado, 1 de agosto de 2020

Yo televidente en los 90 - Series animadas - # 5 Caballeros del zodiaco o del poder oculto (¿refutación del determinismo?)


El tiempo. La percepción del tiempo. Nuestra percepción del tiempo varía con el paso del tiempo mismo. Me atrevo a afirmar que, en la percepción de mis contemporáneos, median algo así como unos ¿quince años? entre la década del 90 y este presente; ni qué decir de la primera década del milenio: una persona nacida en el 2002 —por poner una fecha— ha de tener ahora unos ¿seis años? Quizá esto solamente me pase a mí, aunque haya memes que respalden estas conjeturas temerarias. Como sea, dada la proximidad en el tiempo, en esta temporada dedicada a las series animadas de los años 90 evitaré entrar en detalles de la trama, descripciones de los personajes, etc.; en su lugar, optaré por la concisión y trataré, casi de forma exclusiva, de lo que estos programas de televisión significaron para mí en su momento, qué le revelaron al preadolescente y al adolescente de entonces, qué idearios, ilusiones o patrones de conducta alcanzaron a implantar en su mente en formación.




# 5 CABALLEROS DEL ZODIACO O DEL PODER OCULTO (¿REFUTACIÓN DEL DETERMINISMO?)


El intro de Caballeros del zodiaco me reveló que las diferencias entre el español relevante (americano) y su variante peninsular eran mayores de lo que suponía. ¿O acaso pueden ustedes afirmar que entendían completamente la canción del intro, cantada por españoles?

Por ejemplo:

♪♫Caballeros del θodiaco*
Cuando lanθan sus ataques,
Entonando cantan su canθión,
La canθión de los…(?)♪♫ 

¿La canθión de los… de los qué…? Favor responder en campo de comentarios qué escuchaban ustedes, contemporáneos, a sus 12 o 13 años (no se pasen de vivos diciendo que ya a esa edad lo entendían todo). 

De forma menos reduccionista, diré que la serie me reveló nuevos poderes de los héroes: si no estoy mal, fue la primera vez que una serie animada me reveló el poder del “cosmo” (que después conoceríamos como “chi” o “ki” en otro animé). En ese momento pensaba que el “cosmo” era un invento de los dibujos animados, pues no conocía gran cosa de Oriente, es decir, no sabía que en las tradiciones milenarias se hablaba de esta fuerza vital. 

Caballeros del zodiaco me llevó a intentar alguna vez, a esa edad (repito, a esa edad), lanzar mi propio “meteoro de Pegaso” o algún ataque similar, a ver si de pronto “me salía”, pero no; como era de esperarse, no pasó ni mierda por más intención que hubiera de mi parte… (Alguna vez, a eso de los ocho años, un compañero me confesó que, inspirado en Manimal, había intentado transformarse en animal, cosa que también hice yo; quiero decir que también lo intenté, no que me hubiera transformado en águila o pantera... Bueno, digamos que, como a todos, me transformaron en animal doméstico, en un hamster en la rueda, pero eso es otro asunto...). 

Años después, en conversaciones sobre series animadas con compañeros de la universidad, se habló del subtexto gay de Caballeros del zodiaco y, en especial, de que la pelea entre Shun ("Cadena de Andrómeda") y Piscis era —no son mis palabras— una “pelea de locas”, y esto, en el momento, implicaba subestimar a los dos personajes. No me atreví entonces a declarar lo que sigue: 

Declaro que a mis 12 o 13 años jamás vi algo gay en Caballeros del zodiaco y que, de hecho, esa pelea fue una sorpresa para mí porque me reveló que Shun, que poco participaba en la matazón, que me parecía un debilucho (eso sí), tenía en realidad un gran poder oculto para darse en la jeta con otros. Mejor dicho, esa pelea con Piscis hizo que le cogiera respetico a Shun, porque a mí lo que me gustaba a esa edad eran los ataques extremadamente violentos o sádicos (Ikki, su hermano, era el sádico par excellence), y resultaba que, hasta antes de esa pelea, Shun era solamente el que se metía cuando no había de otra o el “sanador”. No sé si lo recuerden, pero Shun se quedó como diez capítulos en la tarea de revivir al Cisne con el calor de su cosmo, en lugar de ponerse a repartir lata a diestra y siniestra. Entonces, como con Piscis se cascaron de lo lindo y creo que Shun lo iba dando de baja, dije yo: “Ah, entonces el mancito sí tiene con qué pelear”. 



La idea de Caballeros del zodiaco, al menos la idea que en ese tiempo me interesó, era, en síntesis, la del poder oculto. Cualquier personaje, dadas unas condiciones, podía desplegar un poder superior al que dictaban su rango, el metal de su armadura, su condición de simple mortal arrojado sin su consentimiento a la existencia sin sentido en un mundo que se autofagocita incesantemente. Ahora, al verlo así, advierto que lo que me atraía, sin que fuera completamente consciente de ello, era la refutación implícita del determinismo que planteaba la serie. El único problemita era que el hp determinismo seguía operando en la vida real: definitivamente no iba a poder romperle la jeta al matoncito del salón, tal y como se lo merecía, por más que intentara concentrar mi cosmo. 


Ah, y nunca vi a Seiya usar la bendita armadura de Sagitario ni lanzar la flecha dorada. ¿Ustedes sí?

Algo más: cuenten cuál fue su pelea favorita. La mía fue tal vez la de Cáncer y el Dragón.

*Este signo θ se lee como la ‘zeta’ en la variante peninsular.

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